CELICA - Historia de los deportivos Toyota

Con un nombre que en español es sinónimo de “celestial”, desde el momento en que arrancó en 1970, el Celica estaba destinado a convertirse en una estrella. El Celica se diseñó para ofrecer a los conductores una mayor sensación de libertad, combinando un práctico interior con una propuesta deportiva y asequible.
Celica celestial

Aunque el confort y la facilidad de conducción eran prioritarios, el Celica aún tenía que dar la talla en las curvas para conquistar a los más entusiastas. Afortunadamente, la configuración de su suspensión delantera independiente y trasera de cuatro brazos no decepcionó en los giros más cerrados y sinuosos.

En 1985, la cuarta generación representaba un cambio sustancial para el Celica, que adoptaba una nueva tracción a las ruedas delanteras (en lugar de la tracción trasera anterior). Cabe destacar la edición de 1986 del modelo GT-Four, que estaba equipado con tracción permanente a las cuatro ruedas y un potente motor DOHC de 185 PS –el motor de 2 litros más potente de Japón–; la base perfecta para un nuevo ataque de Toyota al título del Campeonato Mundial de Resistencia (WRC).

El equipo no tuvo que esperar mucho al éxito. Carlos Sainz se alzó con el título en 1990 (el primero para un fabricante japonés) e hizo posible un segundo puesto en el campeonato de constructores. En 1992, se creó un nuevo modelo “especial” homologado para el WRC, llamado GT Four RC (Rally Competition). Consiguió hacerse con el título de pilotos y constructores del WRC en 1993 y 1994, con Juha Kankkunen y Didier Auriol, respectivamente.

Poco podían imaginar quienes presenciaron la presentación de la séptima generación del modelo, en 1999, que se trataría de la última interpretación del Celica. Después de 35 años, siete generaciones, numerosas victorias automovilísticas y más de cuatro millones de unidades vendidas, se giró la última página de la historia del Celica. Afortunadamente, los recuerdos de las estrellas más brillantes tardan toda una vida en desvanecerse…